ENTREVECINOS

El tiempo de estancia de los últimos vecinos, los contiguos de rellano a nuestro piso, debe haber sido de medio año. En realidad nunca hemos coincidido con ellos a la entrada o salida de casa. Los vimos dos o tres veces al principio de su traslado y luego sólo se hicieron sentir sus efectos: música de la mala a demasiado volúmen y el salto de las moléculas de humos de sus cigarrillos baratos por debajo de las puertas hasta nuestro espacio doméstico. Últimamente en los preparativos por irse han dejado un canapé de mimbre precioso pero roto en el vestíbulo del inmueble. El mueble no les pertenecía ya que formaba parte del equipo de la casa. Tal vez al tratar de llevárselo (el verbo es robar) se les ha roto y por desidia lo han dejado abandonado pro el camino. Es decir en algún punto de la longitud de unos 10 metros que va de su puerta de piso a la puerta de la calle.

 Un par de días después de eso alguien secretamente, se lo ha puesto en su puerta en forma vertical. Eso que podría tener una cierta lógica obstruía el paso hasta nuestro domicilio. Después de un par de días de castigo  quitando y poniendo el mueble de marras mientras iba dejando restos de sus materiales por el suelo decidí tirarlo al container.  Otra vez más en que tuve que limpiarle el culo a otra gente.

La pareja de inquilinos parece que probaban por primera vez vivir juntos y les fue mal. Desde nuestro patio oímos alguna vez su alegría por el espacio que acababan de arrendar. Tendrían alrededor de 25 años de edad y la suficiente basura mental como para no deparar en detalles como los comentados y en particular el último. Ante situaciones como ésta no sabes que hacer. Si las circunstancias te ponen a esa clase de sujetos en la coincidencia espontánea de encontrarlos algún día vale la pena comentarles la falta de respeto etcétera. Pero las circunstancias no son tan beneficiosas para las causas de este tipo. Por lo general la ciudad y su anonimato engullen a los mezquinos sin dejar rastro. Lo ordinario es que uno tenga que hacer el trabajo de otro y limpiar los desarreglos que va dejando por su camino. Eso repercute ante perspectivas de nuevos vecinos por venir, a los que por supuesto se les puede comentar lo que hicieron estos, a modo de indirecta para que tomen nota. Nos recomiendan que tengamos energía positiva para estas situaciones. Es decir, pensando bien del otro garantizas que actúe correctamente y si no piensas positivamente tienes la culpa de sus conductas incívicas. No hay nada como hablar con el personal de a bordo de una cierta ideología de la nueva era para darte cuenta que todavía estamos en la época medieval o  ¿es tal vez la de las cavernas?